sábado, 4 de octubre de 2014

Julio



“Anda preparando las maletasporque te van a echar de la casa de todas maneras”, fue el comentario del Tuco después de leer Canosas Ganosas. Y a pesar de que traté de bajarle el perfil y hacer cómo que no me importara, reconozco que igual me urgí un poco. Siempre me ha tenido mucha pacienciajajaja”, puse idiotamente en el whatsapp.

Por primera vez no quise mostrarle a Julio lo que había escrito. Y para qué, si todavía no estaban los ánimos para tanta complicidad literaria. Ring ring. “Es que encuentro que no corresponde que lo hayas dejado como un neurótico”, me increpó mi amiga Laura. “Estas ventilando más de la cuenta”. Bueno ya, relájate, si es fantasía”, le contesté, pero ella volvió a la carga: “No, tu sabes que no es fantasía y encuentro que está demás tanta intimidad”.

Corté el teléfono con un severo gustillo a desagrado. “Es que ya no tengo edad para que me reten así. Además, ¡ni que hubiera descrito una escena de sexo explícito!”. Decidí prepararme un café con leche para ver si se me pasaba el enojo, pero mi malestar solo fue en aumento. “¡Puta que sociedad más machista!”, pensé mientras me salía humito de la cabeza. Resulta que me tengo que bancar la pataleta injustificada del marido porque le sacaron un parte, y ahora soy yo la mala de la película, porque además de no comprenderlo, lo delato

De nuevo una llamada, ¡qué bajón! Aquí viene otra puteada.

- ¡Minata, genial Canosas Ganosas, me maté de la risa!- dijo la Caro.

Ahhhqué bueno- respondí aliviada.

-¿qué dice Julio de todo esto?

En verdad, nada mucho, lo único que me pidió fue que le cambiara el nombre. El se quiso llamar Julio.
-


- Ah, ¡qué buena onda!, debe ser porque es argentino, a mí me matan. Oye, pero te llamaba por otra cosa;vénganse a un asado el viernes, me voy a celebrar mis cuarenta.

Artista, hipersensible y entusiasta de la automedicamentación, la Caro siempre fue un personaje gravitante en mi vida. Por esas cosas del destino, fue ella quien me presentó a mi marido allá lejos por el año ’96. Dice la leyenda que Carolina le habría pasado a Julio dos papelitos amarillos, de esos que se pegan en la pantalla del computador, con una breve descripción de las candidatasAlgo en mi reseña le tiene que haber resultado muy interesante al joven muchacho argentino.

- Hola¿hablo con la casa de la familia Rodríguez? (léase con tonada argentina)

Sí…

¿Podría hablar con Minata?

- Con ella.

Ah, ¿qué tal? Yo soy Julio de Salta.  teléfono me lo dio Carolina y me dijo que eras divina.

“¿Qué onda?”, pensé. Este tipo se presenta con nombre de pila y luego con denominación de origen, así como: “Holasoy Jesús de Nazareth¡¿De dónde sacó la Caro a este personaje?! ¿Y qué le hice yo para que me armara una cita a ciegas así? Es cierto que estaba pasando por una pequeña sequía social, pero tampoco estaba tan desesperada como para bancarme a un argentino pechugón que se creía Carlitos Gardel himself.

-¡Ay qué amoroso! Un millón de gracias, pero justo no puedo porque me voy fuera de Santiago este fin de semana-, le respondí cuando me dijo que fuéramos a bailar a las Urracas.
A la semana siguiente volvió a llamar, y nuevamente le dije una mentirilla piadosaAl cabo de dos meses, el episodio del salteño había pasado al olvido y yo estaba mucho más preocupada de organizarle una fiesta a mi hermano mayor. Para acondicionar el departamentodecidimos ir con la Caro a comprar globos, pisco y comestibles al Unimarc de Tobalaba. Y en eso andábamoscuando de pronto la Caro se alejó para saludar a un tipo bien guapetón de traje y corbata. “¡Minata, ven a saludar a Julio!”, me gritó la Caro desde el pasillo de las papas fritas .“El es el argentino que te llamaba para salir” , dijo a modo de presentación, mientras yo sentía como se me quemaba la cara de la vergüenza.

Desde aquel episodio han pasado 18 años, cuatro hijos y en esa esquina de Tobalaba, ya no está el Unimarc, sino que un edificio de 15 pisos. “Chancho, apúrate que vamos a llegar tarde al asado”, me gritó Julio mientras buscaba las llaves del auto.

Al llegar a la casa de la cumpleañera, nos recibió su marido con unos buenos choripanes. “Un salud por lacuarentonas ganosas, dijo el Pollo mientras levantaba su vaso chopero. “¡Esperen!”, gritó la Ignacia desde la entrada. “Necesito un trago para pasar el mal rato”.

- ¿A ti qué te pasó?-le preguntó la Augusta.

Es que me diagnosticaron el Síndrome del Orangután.

¿Y eso qué sería?

Mi mamá me dijo, mire linda, a mí me pasa lo mismo que a usted, se nos engorda la espalda, se nos ensanchan los hombros y al final terminamos pareciendo orangutanes- .

Entonces saltó Julio que estaba al otro lado de la mesa del bar. “¡Ahí tienes material para tu próxima columna!”Encontré que tenía razón, que el bullying de las madres a las hijas era un buen tema y de paso aprovechaba de darle un respiro a mi pobre marido sobreexpuesto“Ya Ignaciacómete un choripán”, le dije. “Total de aquí a mañana no se te va a pasar el Síndrome del Orangután, así que mientras tanto simplemente enjoy…”

Continuará…





No hay comentarios: